"Usted se ve más moderno de lo que pensé que sería," dijo el visitante mientras nos sentábamos en mi confortable living, con vista al océano que rodea la isla de Kaua'i. Él dió un vistazo a mi televisor de pantalla grande, al videograbador, y a un cuadro en la pared de Roy Tabora, en el que hay una pintura del mar de Hawai en el que se refleja la luna. Claramente yo no encajaba en su modelo de lo que se supone debe parecer un chamán. Su comentario fue el típico de muchos visitantes que tienen la expectativa -quizás incluso la esperanza- de verme vistiendo algún tipo de túnica o sarong y viviendo en primitiva simplicidad en una cueva o un bosque, alejado de las amenidades de la civilización. La idea general es que ese tipo de escena me haría de algún modo más auténtico. Hasta he considerado encontrar semejante lugar y hacerme confeccionar una falda y una capa de hojas de ti, y darles a todos mis visitantes un buen show, que encajaría cómodamente con sus preconceptos. El chamanismo, sin embargo, no se limita a un lugar en particular, a un estilo de vestimenta o al ambiente cultural. Es una manera de pensar y actuar que desafía las fronteras y limitaciones de todo tipo, y que sin embargo las usa cuando son convenientes para algún propósito. En los antiguos y remotos días el chamán -que era un sanador de mente, cuerpo y circunstancias- vivía justo en medio de la villa o de la vida tribal. El o ella también podían ser sacerdotes/sacerdotisas o jefes/jefas si no había nadie más que pudiera cumplir esos roles, pero su rol principal siempre fue el de sanador. El chamán tomaba parte en el trabajo, el juego y las actividades culturales del pueblo y a menudo las usaba para propósitos curativos, especialmente las actividades culturales artísticas, canción, baile y ritual. En algunas culturas el chamán vestía ropajes distintivos y sólo participaba de ciertas actividades, mientras que en otras era imposible reconocerlo/a del resto, salvo que uno fuera familiar, amigo o conocido. Cuando se requerían los servicios del chamán siempre había una compensación apropiada en bienes o servicios de algún tipo, según la estructura económica local. Antiguamente en Hawai, por ejemplo, aquellos que hacían uso de las habilidades sanadoras del chamán podían darle frutas y verduras a cambio, ganado, herramientas, mantas y/o vestimenta. O bien podían ofrecerle sus servicios de pesca, agricultura, artesanía o limpieza durante un cierto período. El punto importante es que el chamán formaba parte de la comunidad y compartía su vida y esperanzas, sus sueños y proximidad. El aislamiento del chamán de la comunidad ocurrió sólo en tiempos de represión religiosa o política, e incluso entonces, hubo siempre conexión con algunos miembros de la comunidad. Ahora el chamanismo está experimentando un resurgimiento de interés y libertad. Ahora el chamán está regresando a la comunidad adonde el/ella pertenecen de una manera viable, vital, visible. Hoy en día no es necesariamente más fácil, pero es sumamente importante que los nuevos chamanes, que están recordando y reviviendo las antiguas habilidades, formen parte totalmente de la sociedad actual, que lleguen a ser chamanes modernos en todo el sentido de la palabra. Un chamán moderno (o chamán "urbano", como yo suelo decir) usa el conocimiento antiguo en el contexto presente de nuestro ambiente social y cultural. Yo frecuentemente les digo a mis aprendices que cualquiera puede ser un chamán en los bosques (en donde no hay ninguna persona que se interponga en el camino); la tarea dura es ser un chamán en la ciudad. Y sin embargo el chamán pertenece allí donde las personas están. Eso no significa que el chamán moderno deba vivir en el centro de la ciudad o en un barrio atestado, o en un suburbio cuya población esté en rápido crecimiento, pero sí significa que él o ella se integren con y sean accesible a aquellos que son los que serán ayudados. La dura tarea de ser un chamán moderno se hace más dura por el hecho de que el chamanismo ha empezado a resurgir sólo recientemente, y no tiene una base fuerte de apoyo en la cultura de hoy. En ausencia de tal apoyo, los chamanes necesitan ayudarse unos a otros. El éxito de los chamanes modernos, dependerá entonces, de la adaptabilidad, integración, y cooperación. El conocimiento del chamán tiene que ver con la conciencia de, y la habilidad para dirigir los poderes de la mente y las fuerzas de la naturaleza. Adaptar la sabiduría antigua a la sociedad moderna es un proceso bastante simple porque los seres humanos todavía tienen los mismos deseos de salud, prosperidad y felicidad, y las mismas emociones de amor, enojo y miedo. Y la Naturaleza todavía tiene los mismos elementos básicos de (para usar la versión Hawaiana) Fuego, Agua, Viento y Piedra. El trabajo de sanación del chamán todavía es, como siempre ha sido, el de cambiar las creencias y expectativas, para cambiar la experiencia. La sabiduría y su aplicación son las mismas, sólo el contexto es diferente. Un chamán antiguo en la profundidad del bosque de una isla volcánica, que usa sus manos para sanar una herida de jabalí salvaje y un chamán moderno en un alto edificio de departamentos, que usa sus manos para sanar una herida de un gato doméstico usan la misma sabiduría. Un chamán antiguo que desvía un flujo de lava para salvar un pueblo y un chamán moderno que calma el viento para impedir que un incendio de bosque queme un suburbio, usan la misma sabiduría. Las habilidades del chamán, telepatía, liberar energía, manifestar, cambiar de forma, bendecir, cambiar de creencias y viajar a la interioridad, no son afectadas por el tiempo. Todo lo que hay que hacer es adaptarlas a las circunstancias actuales. La integración es más difícil en la sociedad de hoy debido a su variedad y complejidad. La mayoría de los chamanes antiguos sólo tenían que vérselas con uno o con unos pocos sistemas socio-culturales, y por consiguiente trabajaban con un número limitado de creencias. Hoy, sin embargo, como hay una mezcla tan vasta de sistemas radicalmente diferentes, sociales, culturales, religiosos y filosóficos, los chamanes modernos deben expandir constantemente sus conocimientos y mantener una conciencia excepcional respecto de las creencias que prevalecen en su comunidad y sus individuos, a través del desarrollo elevado de sus facultades intuitivas, como así también a través de estar muy atento a la información proporcionada por los medios de comunicación. Más que nunca, los chamanes modernos necesitan de la cooperación para mantener y extender la sabiduría, para darse apoyo moral y práctico (aún los chamanes necesitan amigos y ayudadores), y para ampliar la aplicación del chamanismo a los problemas modernos. Mi solución ha sido formar Aloha Internacional, una red mundial de personas que estudian y practican la tradición chamánica Hawaiana, pero también es necesaria la cooperación entre los chamanes de diferentes tradiciones. En verdad es cooperación lo que se necesita, porque el chamanismo es verdaderamente una filosofía no-jerárquica, democrática. Se requiere de una tremenda cantidad de trabajo de sanación, tanto en nosotros mismos como en el mundo en general. Hagámoslo juntos en el espíritu del verdadero Aloha.
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CHAMANISMO MODERNO
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